Las impresoras huelen el miedo y las prisas, tienden a fallar en el momento más inoportuno y esto produce un dolor de cabeza tremendo.
El otro día entré en una tienda y la dependienta estaba hablando por teléfono con su “servicio informático”. Fue una escena digna de película de Tim Burton, la verdad.
El volumen del teléfono era bastante elevado, de modo que pude escuchar -parcialmente- a la persona que se encontraba al otro lado.
“Este chisme no me imprime, me tiene desesperada” comentaba la dependienta al soporte.
Se conoce que tenía que imprimir unas cosas para su hija y, “casualidad”, en ese momento la impresora estaba “de vacaciones”.
Recuerdo que la encendió y apagó cerca de 3 veces, quitó los cables y los enchufó de nuevo otras tantas y cada vez su nerviosismo iba aumentando cada vez más.
Al parecer, en el momento de entrar yo en la tienda ya llevaba al teléfono unos minutos.
“Haced eso de que hacéis no sé qué y os metéis en mi ordenador y me lo solucionáis, por favor” comentaba ella, con una respiración notablemente acelerada.
Asombrada preguntó “¿Cómo así? Si no os he llamado más que 2 veces, no sé ni lo que tengo contratado“.
Esa última frase me produjo escalofríos, tengo que admitirlo. No sabía lo que tenía contratado con su soporte y parecía que la estaban tomando el pelo para sacarla más dinero amparándose en su ignorancia sobre el tema. O, al menos, esa impresión me estaba dando.
Tras unos minutos culmina con un “tengo clientes, luego os llamo de nuevo“.
Me salió del alma preguntarla si todo iba bien, podía percibir su dolor de cabeza, su nerviosismo estaba a flor de piel.
Muy amable la mujer me comentó que le estaba fallando la impresora y tenía que imprimir unos documentos para algún tema de su hija y que los informáticos no la estaban solucionando nada.
Al verla tan angustiada me ofrecí a ayudarla, le comenté quién soy (vale, ya sé que no soy famoso, pero por algún sitio se empieza) y a lo que me dedico.
Una pena no haber tenido mis tarjetas en ese momento, le habría dado una. Al estar de vacaciones, no iba preparado para la ocasión.
Le mostré mi página web, eso sí. Quedó más convencida.
La pedí permiso para poder mirar esa impresora y poder, al menos, orientarla de cara a una solución.
La mujer, incrédula todavía, me dejó pasar tras el mostrador para mirar.
Revisé el ordenador y miré cómo estaba conectada la impresora, en 5 minutos ya estaba imprimiendo, resultó ser una tontería.
A la mujer casi se le caen las lágrimas al ver cómo salen los documentos de la impresora.
“¿Tan sencillo era? Mis informáticos me empezaban a hablar de cosas que no entendía, a veces se meten en mi ordenador para hacer cosas… […] Hoy me han dicho que no podían, que había gastado todas las horas de su bono y que tendría que comprar otro. […] No recuerdo nada de haber contratado bonos de horas con ellos, ni sé lo que estoy pagando ahora mismo, tendría que mirar. Sólo sé que renové con ellos hace unos meses para todo el año.“
No saber lo que pagas ni lo que te cubre, un mantenimiento informático es un gran problema.
El servicio de mantenimiento informático es algo esencial para cualquier negocio dado que te soluciona los problemas que te generan dolor de cabeza.
Asegurarse de contratar un buen soporte, que te entienda, que sea ético y no pretenda tomarte el pelo aprovechándose de tu ignorancia es vital.
Al igual que le pasó a esta mujer, le puede pasar a cualquiera.
Dispongo de un servicio de soporte informático donde tienes dos modalidades para contratarme, tú eliges el formato. Siempre sabrás por lo que estás pagando.
Y a tí, ¿te ha tocado vivir alguna situación similar?