Vengo con una nueva entrega sobre el tema que tanto adoras: las claves. Posiblemente lo que aquí voy a contar te suene y más de lo que te gustaría reconocer.
Hablando con una clienta, no daré nombres, me comentó que la aplicación a la que estaba intentando acceder le había pedido un cambio de contraseña, así, sin avisar, nada más entrar.
La cara de asombro y de susto al mismo tiempo era palpable en el ambiente, aunque era una llamada telefónica.
«No quiero cambiar mi clave, llevo 5 años con la misma clave.»
Entiendo que cambiar la clave varias veces al año te supone un engorro y luego puede acarrearte problemas de… «era esta clave» cuando es la misma pero acabada en 2 en vez de en 1.
Muchas aplicaciones, obligadas por la LOPD (Ley Orgánica de Protección de Datos), fuerzan a sus usuarios a cambiar la clave en caso de que esta haya sido vulnerada (hackeo masivo/fuga de datos) o de que consideren que tenga un nivel de seguridad bajo.
Cambiar la contraseña una vez al año es algo que es viable y que aumenta exponencialmente la seguridad.
Si tu contraseña es «MiPerroToby12», puedes cambiarla por «MiPerroToby-12» y ya estarías cumpliendo con el cambio. A la siguiente vez podría ser «Mi.Perro.Toby.12», por ejemplo.
Fáciles de recordar y, al mismo tiempo, garantizan un nivel de seguridad.
En algunos ámbitos, como las cuentas de empresas, debería figurar en las políticas de protección de datos, así como de ciberseguridad, la frecuencia del cambio de contraseña.
Tener la misma clave para todo y durante años es jugar a una ruleta rusa.
Párate a pensar por un momento: «si te adivinan la contraseña y el correo… podrían entrar en TODO«.
Y tengo la ligera sensación de que eso no es lo que quieres.
Aplicaciones en las que os podéis encontrar este tipo de políticas de entrar un día y que os pida un cambio de clave sin previo aviso: Google (Gmail, Drive…), Microsoft (Office365, Outlook, Skype…), Facebook, Amazon…
Te dejo por aquí el post que escribí sobre el cuaderno de claves donde también hablo sobre los gestores de contraseñas.
Hay que tener en cuenta que las contraseñas son la llave a la vida digital, el primer paso junto con el correo para poder conectarnos a aquello que queramos.
Protegerlas adecuadamente te proporcionará salud mental, te ayudará a relajarte sabiendo que tus datos y tu información están seguras.